lunes, 23 de junio de 2014

Cómo salir a salvo de la tormenta económica

De seguro te habrá llamado la atención el choque de “conceptos económicos” que sobre nuestra economía Nacional  han surgido entre una importante secretaría de Gobierno y el INEGI, respecto a si México enfrenta o no una “recesión” y te preguntaras, ¿cómo puede esto afectar tus finanzas personales?
Ante todo permíteme darte cuatro conceptos económicos para que, de acuerdo a tu criterio, te des cuenta de lo que sucede en tu localidad y en tu país:
Para la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (National Bureau of Economic Research) de Estados Unidos se considera como:
 Recesión: cualquier decrecimiento continuado de la actividad económica por dos o más trimestres consecutivos, lo que quiere decir que estamos produciendo y vendiendo menos (bienes o servicios) que lo que hacíamos antes.
Estanflación: es cuando además de no haber crecimiento económico hay inflación, que se define como un aumento  sostenido y constante de los precios.
Depresión: es cuando la recesión se prolonga por mucho tiempo
Y, ¿qué síntomas tiene la recesión que tú, como ciudadano,  puedas ver claramente?
  • Disminución del consumo de bienes o servicios, ya sea por el aumento de precios (inflación) o por la disminución de la capacidad de consumo (menos dinero, mayores impuestos, etcétera, justamente como nos pasa a los mexicanos en 2014).
  • Aumento de inventarios de quien fabrica o de quien comercializa, por lo que se ve obligado a dar “atractivas promociones” para poder vender la mercancía y seguir trabajando.
 En la parte más crítica de una recesión estas promociones no pueden ser aprovechadas por el público, porque no tienen dinero (efectivo) y las tarjetas de crédito ya las tienen saturadas. 
  • Aumento del desempleo ante la incapacidad de generar nuevas plazas porque no hay crecimiento; en el caso de un crecimiento negativo, aumentan los despidos.
Y hay otros signos más, que solo pueden ser vistos por los profesionales del sector bancario y los economistas, por lo que no te quitaré el tiempo platicándotelos y dejaremos a los expertos del gobierno y las instituciones que continúen con su debate sobre si hay o no hay recesión.

Lo que si debo decirte es que debes tener cuidado en tres cosas:

1. Recuerda que no hay dinero más caro que el que no es tuyo porque te cobran intereses por prestártelo, así que de ser posible, procura no usar tus tarjetas de crédito, a menos que sea verdaderamente necesario.
2. Consigue una fuente adicional de ingresos. Es cierto que en esta época contar con un empleo que te asegure ingresos es muy importante y debes cuidar este empleo como lo más valioso que tienes; sin embargo, esto no significa que no puedas tener un negocio o actividad marginal para contar con una segunda fuente de ingresos.
 Y para ayudarte a pensar en qué otra actividad puedes desempeñar, además de la que ya tienes, te sugiero que pienses en algo como realizar un servicio o hacer un producto que les ayude a los demás a hacer más fáciles sus labores o sus vidas.
Piensa ¿qué tienes tú, que puedan desear otros? Por ejemplo: puedes mirar entre las cosas que tienes y buscar alguna que esté en buen estado y pueda ser de interés para otros, de tal manera que otra persona esté dispuesta a pagar por ella o a darte a cambio algo que para ti tenga valor.
También puedes optar por el tan arcaico pero efectivo trueque, por ejemplo, ¿dominas la tecnología computacional al grado que puedas ayudarles a los mayores a adentrarse en el uso de las maravillas del área de sistemas a cambio de una clase de cocina o de una reseña histórica que requieras para la universidad? o ¿sabes hacer ajustes o reparaciones mecánicas que puedas canjear por una asesoría o  ayuda para elaborar un reporte contable? 
3. Comienza a reciclar; en internet podrás encontrar varias opciones para renovar o darle un nuevo uso a tus cosas  viejas.


lunes, 16 de junio de 2014

¿Amor en los tiempos de cólera?

¿Sabías que los  desacuerdos en la administración del dinero son una de las principales causas de  la ruptura de una pareja?
En el actual milenio, con un contrato matrimonial firmado o no, todas las parejas deben enfrentar épocas de bonanza económica y de dificultades financieras (a menos que pertenezcas a la realeza inglesa, claro) y esto, llegado el momento de administrar el mucho o poco capital que se tenga, puede erosionar la armonía  en la pareja,  llegando en algunos casos a presentarse estados de cólera (temperamental, no biológica desde luego) por parte de uno o de ambos miembros.
El problema no es la cantidad de dinero de la cual se disponga, sino de la forma “idónea” de utilizarla de acuerdo a cada miembro de la pareja. 
Este problema adquiere tintes verdaderamente dramáticos si consideramos que quien decide  cómo se administrara el dinero ejerce poder dictatorial sobre el otro miembro o bien sobre la familia. 

El bienestar material se logra con el dinero, querámoslo o no, y debemos recordar que la razón de vivir en pareja o en familia es, no solo asegurar nuestra supervivencia, sino  potenciar nuestro desarrollo humano con la ayuda  del otro. 
Es por eso que debemos  ponernos de acuerdo en nuestra “filosofía financiera”, lo que quiere decir acordar cuales serán nuestras prioridades en gastos e inversiones para lograr lo que  llamaremos “calidad de vida” y esto deberemos haberlo hecho para poder entonces  realizar el presupuesto semanal, mensual o anual que nos ayudara a cumplir proyectos comunes.